Cuando las lecciones nos las dan nuestros alumnos

V A L E N T Í A…

En clase llevamos unos días hablando del poder que tiene el afán de superación, y de cómo algunas personas cuyos cuerpos no funcionan o no responden según lo que se considera «normal», son súper héroes y súper heroínas del día a día, que vencen las dificultades supliendo esa circunstancia especial con sillas de ruedas, piernas metálicas, bicicletas sin pedales, perros lazarillos o similares, y sobre todo con muchas ganas de vivir.

En clase hablamos de la valentía de esas personas especiales, niños y adultos, por ser capaces de sacar fuerzas y ganas y salir a comerse el mundo, y de que su actitud no entiende de derrotas sino de éxitos, los que se proponen conseguir batallando a diario contra la supuesta normalidad.

Pues a veces resulta que, en clase, los maestros nos hacemos pequeñitos, y tenemos que dejar paso a una súper heroína de 6 años, menudita pero de una sonrisa enorme y permanente en su mirada, que sale a explicar su aportación al proyecto semanal y te lee lo siguiente:

«Valentía es luchar por lo que ‘vale la pena’. Superar los miedos y los momentos difíciles. Ser valiente no es fácil, hace falta fortaleza interior, pero TODOS  PODEMOS SER VALIENTES.»

Y saca de la caja de «Palabra de hada» su capa y su antifaz de súper heroína, con un libro que le ha regalado una buena amiga suya y cuya protagonista es «Mara», una niña como ella… Una niña que ha padecido un cáncer y lo ha vencido.

Una niña que, desde su perspectiva de niña, te cuenta que estar en el hospital era aburrido, porque no le dejaban salir apenas, para evitar constipados o infecciones, y que si salía tenía que hacerlo con mascarilla. Una niña que te cuenta que, a veces, en la tele les ponían dibujos de más pequeños como si fueran los dibujos más divertidos, y que mientras te lo cuenta se parte de risa y te hace vivenciar ese recuerdo tan suyo como un momento dulce, haciéndote olvidar por un momento que, si veía la televisión en el hospital, y no en casa, es porque estaba con su quimio.

A veces a los maestros se nos pone un nudo en la garganta, y tenemos que hacer un verdadero esfuerzo por mantenernos, al menos, al mismo nivel que esa alumna que está hablando de su tratamiento de quimioterapia con una madurez y una calma que ya quisiéramos muchos adultos para nosotros. Y que habla de cuando tenía la cabeza pelona y usaba pañuelo, de por qué ahora tiene el pelo así de cortito y suave, y de las veces que aún ha de explicar que es porque ha tenido una enfermedad. Y te lo dice así, tan normal, con la normalidad de una niña que de normal que es, ES ESPECIAL. Especialmente VALIENTE.

A veces, en clase, tenemos «Maras» y «Maros» que no han tenido que pasar una quimioterapia, pero cuyo cerebro se empeña en no querer leer la letra que toca, y que aunque se dejen la piel por retener el sonido en cuestión, no hay manera de recordarlo para la siguiente vez. Y se enfrentan cada día a unos libros llenitos de un montón de letras juntas, que para ellos no tienen mucho sentido, y que les hacen recordar que no recuerdan lo que ya leyeron ayer. Y aún así… Lo intentan.

«Maras» y «Maros» que se tropiezan con su propia sombra, y para los que hacer un simple juego en educación física es todo un reto, pero que ni se plantean no intentarlo.

«Maras» y «Maros» que tienen pavor a hablar en público, y que, a pesar de todo, graban el programa de radio de la clase o leen el enunciado en voz alta.

«Maras» y «Maros» cuyo cuerpo necesita moverse todo el tiempo, y que aun así hacen verdaderos esfuerzos por aguantar tropecientas horas sentados, porque hay que leer, escribir, sumar, copiar, pintar y vuelta a empezar.

«Maras» y «Maros» que son diversos, diferentes, variados, genuinos, irrepetibles.
«Maras» y «Maros» que suplen su falta de algo con mucho de otra cosa. Que cambian la dificultad por espontaneidad y que, sí o sí, destacan por un montón de cualidades que los adultos hemos ido perdiendo por el camino, entre otras la naturalidad y la valentía.

A veces, los maestros deberíamos cerrar un rato el libro, y la boca, y los ojos… y abrir los oídos, el corazón y el cerebro para captar toda la vida que tenemos alrededor, en nuestros alumnos. Para reaprender y valorar el esfuerzo que cuesta cada pasito que dan. Para recordar que, una vez, tampoco hace tanto, fuimos esos niños, y quizás necesitamos que ese maestro que teníamos delante nos dijera que éramos especiales y valientes; y que no destacábamos en dibujo porque ya lo hacíamos en lectura, o no sobresalíamos en mates porque ya éramos especialistas en contar anécdotas familiares.

VALENTÍA…

Es justo de lo que llenan la mochila nuestros alumnos cada mañana.

Es justo lo que nos falta, a veces, a los maestros para aceptar que la normalidad se mide con una vara de medir demasiado corta, y que normales, lo que se dice normales, en realidad… no lo somos ninguno.

Es lo que nos permite ser capaces de reconocer las cualidades que hacen especial a cada alumno, y que, sin duda, van más allá de la buena letra y el saber leer.

Gracias «Mara» por tu valentía pero, sobre todo, por ser especialista en sonreírle a la vida.

Noni Medina Ibáñez @CONMDEMAMI

Artículo original publicado en su Blog el 14 de noviembre de 2017

También es autora del blog Con M de Mami