Yo también puedo volar

El pasado 15 de febrero nos reunimos en el teatro del CEIP Prácticas – La Aneja para asistir a la charla Yo también puedo volar, dirigida por el maestro y coach educativo Carlos Aguilera González (@CharlyGAguilera).

Desde el principio quedó latente que la tarde iba de emociones. Casi sin percibirlo, los allí asistentes íbamos preparándonos para la sesión con música de Coldplay (Fix You) de fondo. Poco a poco, eligiendo con maestría las preguntas adecuadas para ayudarnos a comprender sin tratar de convencernos de nada, Carlos nos invitó a cambiar nuestra forma de mirar para lograr cambiar todo aquello que vemos. Nos invitó a atrevernos a volar para poder, al mismo tiempo, ayudar a que nuestros estudiantes alcen también el vuelo.

Detrás de cada alumno hay una persona, y tras esa persona se esconde una historia que da sentido al cómo son y cómo se comportan. Ser consciente de la realidad que se sumerge detrás de la mirada de los niños y niñas en nuestras aulas, es la clave para conseguir humanizar, aún más si cabe, nuestra labor docente.

Dejando los prejuicios y las expectativas a un lado, Carlos nos mostró el camino para tratar de conseguir cambios evolutivos en los patrones de comportamiento de nuestros alumnos. Así, los verbos aprender y enseñar volvieron a fusionarse para dar sentido a la labor de acompañamiento, comprensión y reflexión que todo docente debe realizar en su aula.

Si, como ya nadie pone en duda, el rendimiento va ligado a la autoestima, sería conveniente observar e interpretar los mensajes en clave que percibimos a través del comportamiento y la actitud de nuestros estudiantes. A partir de ahí, podremos ir construyendo y consiguiendo pequeños momentos de éxito que han de conseguir modificar el estado de ánimo y el rendimiento académico de los jóvenes que llenan nuestras aulas.

Todos somos capaces de volar, aunque a veces necesitemos de un guía que nos marque el camino, que confíe en nosotros, o que simplemente nos acompañe de manera honesta y decidida.

Para saber más, no dudes en visitar la su web y ponerte en contacto con Charly – http://charlygonzalezaguilera.com

Cuando las lecciones nos las dan nuestros alumnos

V A L E N T Í A…

En clase llevamos unos días hablando del poder que tiene el afán de superación, y de cómo algunas personas cuyos cuerpos no funcionan o no responden según lo que se considera «normal», son súper héroes y súper heroínas del día a día, que vencen las dificultades supliendo esa circunstancia especial con sillas de ruedas, piernas metálicas, bicicletas sin pedales, perros lazarillos o similares, y sobre todo con muchas ganas de vivir.

En clase hablamos de la valentía de esas personas especiales, niños y adultos, por ser capaces de sacar fuerzas y ganas y salir a comerse el mundo, y de que su actitud no entiende de derrotas sino de éxitos, los que se proponen conseguir batallando a diario contra la supuesta normalidad.

Pues a veces resulta que, en clase, los maestros nos hacemos pequeñitos, y tenemos que dejar paso a una súper heroína de 6 años, menudita pero de una sonrisa enorme y permanente en su mirada, que sale a explicar su aportación al proyecto semanal y te lee lo siguiente:

«Valentía es luchar por lo que ‘vale la pena’. Superar los miedos y los momentos difíciles. Ser valiente no es fácil, hace falta fortaleza interior, pero TODOS  PODEMOS SER VALIENTES.»

Y saca de la caja de «Palabra de hada» su capa y su antifaz de súper heroína, con un libro que le ha regalado una buena amiga suya y cuya protagonista es «Mara», una niña como ella… Una niña que ha padecido un cáncer y lo ha vencido.

Una niña que, desde su perspectiva de niña, te cuenta que estar en el hospital era aburrido, porque no le dejaban salir apenas, para evitar constipados o infecciones, y que si salía tenía que hacerlo con mascarilla. Una niña que te cuenta que, a veces, en la tele les ponían dibujos de más pequeños como si fueran los dibujos más divertidos, y que mientras te lo cuenta se parte de risa y te hace vivenciar ese recuerdo tan suyo como un momento dulce, haciéndote olvidar por un momento que, si veía la televisión en el hospital, y no en casa, es porque estaba con su quimio.

A veces a los maestros se nos pone un nudo en la garganta, y tenemos que hacer un verdadero esfuerzo por mantenernos, al menos, al mismo nivel que esa alumna que está hablando de su tratamiento de quimioterapia con una madurez y una calma que ya quisiéramos muchos adultos para nosotros. Y que habla de cuando tenía la cabeza pelona y usaba pañuelo, de por qué ahora tiene el pelo así de cortito y suave, y de las veces que aún ha de explicar que es porque ha tenido una enfermedad. Y te lo dice así, tan normal, con la normalidad de una niña que de normal que es, ES ESPECIAL. Especialmente VALIENTE.

A veces, en clase, tenemos «Maras» y «Maros» que no han tenido que pasar una quimioterapia, pero cuyo cerebro se empeña en no querer leer la letra que toca, y que aunque se dejen la piel por retener el sonido en cuestión, no hay manera de recordarlo para la siguiente vez. Y se enfrentan cada día a unos libros llenitos de un montón de letras juntas, que para ellos no tienen mucho sentido, y que les hacen recordar que no recuerdan lo que ya leyeron ayer. Y aún así… Lo intentan.

«Maras» y «Maros» que se tropiezan con su propia sombra, y para los que hacer un simple juego en educación física es todo un reto, pero que ni se plantean no intentarlo.

«Maras» y «Maros» que tienen pavor a hablar en público, y que, a pesar de todo, graban el programa de radio de la clase o leen el enunciado en voz alta.

«Maras» y «Maros» cuyo cuerpo necesita moverse todo el tiempo, y que aun así hacen verdaderos esfuerzos por aguantar tropecientas horas sentados, porque hay que leer, escribir, sumar, copiar, pintar y vuelta a empezar.

«Maras» y «Maros» que son diversos, diferentes, variados, genuinos, irrepetibles.
«Maras» y «Maros» que suplen su falta de algo con mucho de otra cosa. Que cambian la dificultad por espontaneidad y que, sí o sí, destacan por un montón de cualidades que los adultos hemos ido perdiendo por el camino, entre otras la naturalidad y la valentía.

A veces, los maestros deberíamos cerrar un rato el libro, y la boca, y los ojos… y abrir los oídos, el corazón y el cerebro para captar toda la vida que tenemos alrededor, en nuestros alumnos. Para reaprender y valorar el esfuerzo que cuesta cada pasito que dan. Para recordar que, una vez, tampoco hace tanto, fuimos esos niños, y quizás necesitamos que ese maestro que teníamos delante nos dijera que éramos especiales y valientes; y que no destacábamos en dibujo porque ya lo hacíamos en lectura, o no sobresalíamos en mates porque ya éramos especialistas en contar anécdotas familiares.

VALENTÍA…

Es justo de lo que llenan la mochila nuestros alumnos cada mañana.

Es justo lo que nos falta, a veces, a los maestros para aceptar que la normalidad se mide con una vara de medir demasiado corta, y que normales, lo que se dice normales, en realidad… no lo somos ninguno.

Es lo que nos permite ser capaces de reconocer las cualidades que hacen especial a cada alumno, y que, sin duda, van más allá de la buena letra y el saber leer.

Gracias «Mara» por tu valentía pero, sobre todo, por ser especialista en sonreírle a la vida.

Noni Medina Ibáñez @CONMDEMAMI

Artículo original publicado en su Blog el 14 de noviembre de 2017

También es autora del blog Con M de Mami